¿Es posible que los problemas para alimentarnos bien tengan relación con los problemas para nombrar nuestros afectos?
¿Podríamos estar utilizando la comida como un analgésico del dolor psicológico?¿Podríamos protegernos tras unos kilos de más del miedo a ser deseadas?
¿La extrema delgadez sería un intento desesperado de eliminar la carne y las curvas que evocan lo femenino?
¿Podría un adolescente plantear una pelea con sus padres por la comida para demostrarles que es dueño de su cuerpo y decide qué se mete dentro de él y qué no?
¿El aumento de los conflictos con la alimentación podría estar señalando que dedicamos menos tiempo a comer y también obtenemos menos placer al hacerlo?
¿El crecimiento de este tipo de conflictos podría estar relacionado con la evidencia de que se pretende acallar con comida, y de forma rápida, cualquier malestar emocional?
¿Comer demasiado o no querer comer puede ser un intento de buscar una solución somática a una tensión interna porque no se ha encontrado una solución psicológica?
¿Podrían el ansia por comer o la inapetencia interpretarse como un intento de restaurar un interior dañado?
¿Podríamos entender la anorexia y la bulimia como una forma de destruir el cuerpo sexuado y borrar las formas que lo evocan?
Estas preguntas son oportunas en un momento en el que los problemas relacionados con la alimentación aumentan, lo que quizá se produzca por la poca atención que se presta al mundo del ser (la identidad, la vida emocional), y lo mucho que se privilegia el parecer (la imagen).
Fuente: I. Menéndez. Alimentación emocional
Cuál de éstas interrogantes te hizo ruido. plantéala aquí para darte información pertinente a tu necesidad de conocer sobre el asunto.
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